El 73 % de la gente prefiere la muerte antes que tener que hablar en público, según un estudio llevado a cabo por el Centro Nacional de Ansiedad Social estadounidense. Eso quiere decir que, en un funeral, la mayoría de la gente preferiría ser la persona dentro del ataúd, antes que tener que dar un discurso a los asistentes.
Si quieres saber cómo superar ese miedo escénico, a continuación, encontrarás varios consejos.

Antes de exponer en público
Haz un guion. Escribe los puntos importantes que quieres transmitir en tu exposición. Procura que sea un número reducido para que el público pueda recordarlos con más facilidad. A partir de ese guion, desarrolla el contenido de tu exposición.
Piensa cuál es el objetivo de tu exposición y a qué público te diriges.
Prepara bien la exposición, para poder responder a dudas y preguntas.
Ensaya todo lo que puedas. La mejor improvisación es la que se prepara.

Durante la presentación
Lleva ropa y calzado cómodo
Da las gracias al público por asistir y a la organización por haberte invitado
No leas tu discurso, intenta llevarlo aprendido.
Llévate una tarjeta con un breve guion, por si pierdes el hilo o en algún momento no sabes por donde seguir.
Usa lenguaje sencillo, evita tecnicismos.
No trates de ser gracioso a toda costa.
Sé conciso, no te vayas por las ramas.
Capta la atención de tu audiencia.

Si tu discurso es muy previsible, tu público perderá interés en seguida. Sorprende con algún dato curioso, o contándoles alguna anécdota.
Controla tu respiración
Si te pones nervioso, respira hondo dos o tres veces para recuperar la calma
El secreto de los grandes oradores es respirar desde el diafragma. Para hacerlo, imagínate hinchando la parte inferior de tu barriga, y expulsar el aire desde ahí.
Respirar desde esta manera aumentará tu autoestima: inhalas emociones positivas, y al expirar el aire mueve tus cuerdas vocales.
Usa tu voz como un instrumento musical.
Imagínate escuchar una canción en la que solo toca una única nota musical. ¿Verdad que te aburrirías en seguida? Evita hablar de manera monótona, o demasiado rápido y sin pausa. Para cautivar a tu público, usa cambios de ritmo, de volumen y de tono y intercala pausas.
Un buen truco es evitar usar frases muy largas. Toma aire y habla mientras expulsas el aire de manera natural. La longitud de tus frases no debería superar una exhalación
Consejo práctico:
Ensaya tu discurso en voz alta. Intenta que las “comas” y los “puntos” coincidan con el final de una exhalación. Así, tu público percibirá el instante con en el que coges aire como una pausa natural.

Cuida tu lenguaje corporal:
Tu lenguaje corporal es tan importante como tu discurso. Evita meterte las manos en los bolsillos, cruzar los brazos, o juguetear con el boli u otro objeto. También procura no desplazarte continuamente de un lado a otro del escenario o gesticular de manera exagerada.
Si tienes la boca seca y no dispones de agua, muerde el interior de tus mofletes. Segregarás saliva en seguida.
Ajústate al tiempo que te han asignado. 20 minutos es el tiempo que tu audiencia te prestará la máxima atención. Procura terminar incluso antes de ese tiempo, y finaliza tu exposición con un resumen o una conclusión.
Emociona a tu público; cuenta una historia.
Más que con las palabras que emplees, tu público se quedará con el sentimiento que les logres transmitir. Emocionar a tu público hará que tu discurso sea memorable.
A todos nos gusta sentarnos alrededor de una hoguera y contar y escuchar historias. El ser humano tiene una predisposición para escuchar historias. Nos relaja y nos abre la mente para una máxima atención.
Aumenta tu autoconfianza.
Exponernos ante los demás nos aterra, porque tememos que la gente nos juzgue.
Porque nuestro cerebro está diseñado para las condiciones en las que vivía el hombre primitivo hace miles de años. Cuando vivíamos en cuevas, y teníamos que protegernos de los elementos. La supervivencia estaba directamente relacionada con pertenecer al grupo. Que el grupo te rechazara ponía en peligro directo de supervivencia.

Cuando nos ponemos delante de una audiencia, lo que sentimos es ese miedo escénico que realmente es miedo al rechazo. Lo que tu instinto todavía no ha aprendido es que ya no existe un peligro de vida o muerte, aunque el miedo que sientes es como si lo hubiera.
Mira a tu audiencia como si fueran tus amigos.
Ellos no están ahí para juzgarte.
No pasa nada si te equivocas.
Estás ahí para ayudarles.
Eso es en lo que deberías centrar.

Fotos por cortesía de: Ilyass Seddoug, Product School, Will Kell (Unsplash), Fauxels, Harrison Hanson (Pexels)